La vida no es fácil, o mejor dicho, la vida no la hacemos fácil. Porque yo soy de esas personas que piensan que la vida no es la que es dura o mala, sino que somos nosotros, los que decidimos la ruta de nuestra vida. Al más puro estilo de esos libros de aventuras en los que elegíamos nuestra aventura. Pues así es la vida. Por eso, hoy os quiero hablar de cómo dos gestos que hice en mi vida, sirvieron para cambiarla por completo. Y ya os digo que me ha servido para ser más feliz, pero sobre todo para estar todo el día sonriendo.
Me presento, soy Diego. Un joven de 24 años que siempre había tenido problemas con mi autoestima. Desde pequeño, he tenido los dientes torcidos y amarillos, lo que siempre me había hecho sentir inseguro y cohibido. En el colegio era una tortura el ser siempre el centro de todas las mofas. Esto hace años no era tan conocido, pero sí, yo sufrí el famoso bullying, que por desgracia ahora es tan común, pero que está tan mirado. Además, era delgado y nunca me he sentido a gusto con mi cuerpo, lo que empeoraba por completo el concepto que tenía de mí. No, no podía mirarme al espejo.
En el dentista
Un día, decidí que era el momento de hacer un cambio en mi vida. Por eso visité a un dentista y me sometí a un tratamiento de ortodoncia para corregir la alineación de mis dientes. También se sometió a un blanqueamiento dental para mejorar el color de mi sonrisa. El cambio fue asombroso, no solo físicamente, sino también en mi actitud y confianza. La verdad es que nunca pensé que aquella visita a la Clínica HQ Tenerife podría hacer cambiar tanto mi vida.
Es cierto que todo ha cambiado y en esta clínica me hablaron muy bien de la ortodoncia invisible. A diferencia de los métodos tradicionales, la clásica ortodoncia de brackets, estos tratamientos de ortodoncia invisible emplean un sistema de alineadores transparentes y extraíbles hechos a medida de tu dentición. Esto me hizo ganar en comodidad, ya que los alineadores se adaptan perfectamente a mi boca, en discreción. Y es que la ortodoncia invisible es prácticamente imperceptible incluso en las distancias cortas. Por eso, mi autoestima iba ganando enteros. Fue un momento que marcó un punto de inflexión en mi vida.
Al gimnasio
Emocionado por mis nuevos dientes y con un impulso de motivación, no dudé también en apuntarme en un gimnasio. Tenía claro que quería mejorar mi cuerpo y, sobre todo, mi salud, así que mi comprometí a asistir regularmente y seguir una dieta adecuada. Y es que no era la primera vez que me apuntaba, pero luego no iba. Con el tiempo, comencé a notar cambios también en mi físico. Mi cuerpo se volvió más tonificado y fuerte, y mi autoconfianza creció a unos lugares que nunca lo pensé.
Con mi nueva sonrisa brillante y mi cuerpo más en forma, comencé a sentirme como una persona completamente diferente. Me sentía más seguro de sí mismo, que es algo que repito, pero es que es así, más positivo y con una actitud más optimista hacia la vida. Este cambio en mi apariencia física también se reflejó en otras áreas de mi vida. Por ejemplo, comencé a tener más éxito en el trabajo, a hacer nuevos amigos y a sentirme cómodo al conocer gente nueva, que ya no miraba a mis cuerpo y a mis dientes de una manera así.
Lo tenía claro, el cambio en los dientes y la visita al gimnasio me habían cambiado la vida. Ahora, me siento capaz de enfrentarme a cualquier desafío que se ponga en mi camino, en ese famoso libro de aventuras. La verdad es que siempre he estado agradecido por haber dado ese paso, y desde ese momento me he sentido seguro para seguir trabajando en mejorar no solo mi aspecto físico, sino también mi bienestar emocional y mental. Con mi nueva confianza y determinación, sabía que podía lograr todo lo que se propusiera. Y así fue.
Como os decía al comienzo, solo fueron dos gestos, dos pequeños gestos, pero que han cambiado mi vida. Por eso, os digo que sois vosotros los que tenéis las riendas de vuestra vida y podéis hacer cambiarla. No dejéis de pensar que todo es posible, porque así es. Solo es cuestión de pensar que todo se puede. Y claro que se puede.