El sector de la agricultura en España

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Hasta hace medio siglo, la agricultura era la base de la economía española. Entonces su producción constituía el 30 % del Producto Interior Bruto y empleaba a prácticamente la mitad de la población activa. Hoy la producción agrícola se ha reducido cerca del 3 % del PIB, mientras que la población empleada en el sector de un 5 % aproximadamente. Aunque haya perdido peso en la economía española porque ha crecido a un ritmo menor que otros sectores, la agricultura se ha modernizado y ha incrementado su productividad.

De hecho, España es el segundo país de la Unión Europea en extensión agrícola, con cerca de 25 millones de hectáreas, solo por detrás de Francia. La mayoría de ellas corresponden a cultivos herbáceos, que representan un 48 %, una proporción menor que en la Unión Europea (61 %). Le siguen en extensión los cultivos leñosos con un 35 % frente al 6 % europeo. Los pastos permanentes representan el 17 % del total, frente al 33 % europeo.

Castilla y León sigue siendo la principal región cerealística de España, pero también ha desarrollado cultivos industriales, como el algodón y la remolacha. El cereal cuenta asimismo con grandes extensiones en Extremadura, Navarra y Castilla-La Mancha, una región donde ha alcanzado gran importancia el viñedo, al igual que en La Rioja y Cataluña. España continúa siendo el país que tiene más superficie cultivada de olivar en todo el mundo. El 80 % del olivar se concentra en Andalucía, que también produce más del 90 % de algodón de España. Los cultivos de hortalizas y árboles frutales predominan sobre todo en Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana, Navarra, Baleares y Canarias.

Población envejecida

Paralelamente a la reducción de la población activa dedicada a la agricultura se está produciendo una disminución del número de explotaciones agrícolas mientras aumenta la superficie agrícola media por explotación. En la actualidad, España es el cuarto país de la Unión Europea en número de explotaciones (1.043.900), por detrás de Rumania, Polonia e Italia. Hay que recordar que en la década de 1960 existían casi tres millones de explotaciones. Las explotaciones agrícolas con menos de 5 hectáreas suponen más de la mitad del total, mientras que las de más de 100 hectáreas representan un 5%. En estas explotaciones agrícolas las superficies en propiedad son mayoritarias. No obstante, el arrendamiento constituye un porcentaje importante (36 %) en las explotaciones con superficies entre 50 y 100 hectáreas.

Otro fenómeno que se detecta en las últimas décadas es el envejecimiento de la población agrícola. Casi la mitad de la población agraria activa supera los 50 años y más de la mitad de los jefes de explotación son mayores de 55 años, lo que significa que una parte importante de las explotaciones están gestionadas por jubilados. Los jefes con menos de 35 años apenas constituyen un 5%. Por otra parte, solo uno de cada cinco jefes de explotación es mujer. La incorporación de inmigrantes en los últimos años ha contribuido a paliar esta tendencia al envejecimiento de la población activa. La explotación agraria sigue siendo una actividad predominantemente familiar. Tres cuartas partes del trabajo son realizadas por el titular de la explotación y su familia, mientras que el trabajo asalariado solo representa una cuarta parte.

El impacto de las ayudas comunitarias 

El ingreso de España en la Unión Europea en 1986 ha supuesto importantes cambios para su agricultura, puesto que le ha dado acceso a un amplio mercado de casi 500 millones de consumidores y la ha puesto bajo la normativa de la PAC (Política Agraria Común). Esto ha permitido a los agricultores españoles acceder a ayudas directas destinadas a mantener su nivel de rentas, una política que trata de compensar la caída de los precios de los productos agrarios mediante subvenciones, las cuales están condicionadas al cumplimiento de normas medioambientales. El campo español ha podido beneficiarse de las ayudas europeas al desarrollo rural, que tratan de impulsar y diversificar la economía de las zonas rurales, reforzar la competitividad de la agricultura, proteger el medio ambiente y mejorar la calidad de vida. Destacan las ayudas a los jóvenes agricultores y al desarrollo de industrias agroalimentarias.

Después de Francia, España es el país que más ayudas a la agricultura ha recibido de la UE. Las políticas de la PAC han contribuido a incrementar el nivel de vida de los agricultores españoles. No obstante, estas ayudas han tenido un impacto desigual según las regiones. Mientras que las costas mediterránea y andaluza se han visto muy beneficiadas gracias a su especialización en la producción hortofrutícola, de la que es deficitaria la UE. La cornisa cantábrica y el interior han recibido menos ayudas por dedicarse a producciones en las que la Europea es excedentaria (lácteos, remolacha, viñedos, cereales, etc.).

Agricultura ecológica

Se entiende por agricultura ecológica la que prescinde de productos químicos como fertilizantes, plaguicidas, antibióticos, etc., para preservar el medio ambiente, mantener o aumentar la fertilidad del suelo y proporcionar alimentos con todas sus propiedades naturales. La superficie dedicada a la agricultura ecológica en España se ha incrementado rápidamente en los últimos años, hasta superar 1.600.000 hectáreas. También han aumentado mucho las explotaciones, que ya son más de 27.000. Todas estas cifras nos permiten decir que se trata de un sector que se está consolidando, y más observando las iniciativas y nuevos sectores emergentes relacionados que surgen con esta moda, como la de la editorial La Fertilidad de la Tierra.

El control y la certificación de la agricultura ecológica es competencia de las comunidades autónomas. La comunidad autónoma con más superficie dedicada a la agricultura ecológica es Andalucía, con prácticamente la mitad de toda la existente en España. Le siguen en importancia Castilla-La Macha, Extremadura, Cataluña y Aragón, aunque se puede decir que este tipo de cultivo está ahora presente en toda España. También el mayor número de explotaciones de agricultura ecológica se encuentra en Andalucía, seguida de Castilla-La Macha, Extremadura, Murcia, la Comunidad Valenciana y Cataluña.

Más de un millón de hectáreas están dedicadas a bosques, pastos y praderas, y en torno a medio millón a cultivos de diverso tipo, entre los que destacan los cereales, el olivar, los frutos secos y la vid. Existen otros cultivos con menor extensión, como las hortalizas, las legumbres secas, los frutales y los cítricos. Se calcula que un 80 % de la producción española de productos agrícolas ecológicos se exporta a Europa, principalmente Alemania, Países Bajos, Francia y Reino Unido.

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