Los reyes de nuestra gastronomía

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La gastronomía española se caracteriza por la calidad, el sabor y las propiedades saludables de sus alimentos. Por ello, como hemos oído en múltiples ocasiones, la dieta mediterránea, además de ser saludable y beneficiosa para el organismo, es un claro ejemplo a seguir.

La dieta mediterránea se caracteriza por ser equilibrada y proporcionar menor propensión a ciertas enfermedades cardiovasculares, degenerativas, diabetes o menor obesidad abdominal. Esto se consigue gracias al consumo de los alimentos comunes cultivados en el área geográfica bañada por las aguas del Mar Mediterráneo y producidos a partir del trigo, el olivo y la vid. Además del consumo de alimentos saludables también influyen en gran medida los hábitos de vida que propicia el clima típico de estas zonas, como los paseos, los baños o las reconstituyentes siestas.

Principales alimentos que conforman la dieta mediterránea

Los alimentos que se consumen en esta dieta son:

El pan y la pasta, obtenidos a partir del cereal del trigo.

El aceite de oliva. Este zumo de aceituna se utiliza como fuente de grasa principal. Entre las principales bondades de comprar aceite de oliva virgen para incorporarlo en la alimentación, se pueden destacar el aumento del colesterol bueno (HDL), el control de la obesidad, la prevención de algunos cánceres (como el de mama), o la disminución de la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares.

El vino para hidratarse durante la comida, bebida espiritosa en la mejora cardiovascular, siempre en proporciones moderadas.

Como otros alimentos a añadir que complementan las características de este conjunto de alimentos, podríamos añadir las hortalizas, las frutas y las legumbres, como fuentes de fibra y antioxidantes. Entre las más destacables se cuentan las naranjas, los limones, los melones, los melocotones o la alcachofa, las lentejas, los garbanzos, las habas y las judías.

Para complementar los nutrientes aportados hasta el momento, el consumo de pescado, sobre todo el azul, comprar carne de ave de corral, queso o yogures y consumirlos moderadamente (dos o tres veces por semana), proporcionan una fuente de  proteínas y calcio que ayuda a fortalecer los músculos y los huesos.

Como complemento o cierre de alguna comida o cena se puede añadir un dulce, como tocino de cielo, higos en almíbar, almojábanas, tarta de almendra, membrillo o trufas.

En lo que respecta a la carne roja, se recomienda un consumo moderado, de carácter mensual, es decir, una o dos veces al mes como mucho.

En conclusión, se trata de consumir los alimentos en las proporciones adecuadas y las frecuencias idóneas para conseguir un equilibrio dietético que ayude a evitar enfermedades derivadas de malos hábitos de consumo y excesos de peso que puedan resultar peligrosos. Como añadido al consumo de alimentos bajos en grasas naturales, de temporada y ricos en fibra habría que añadir la realización de un ejercicio físico, adecuado a cada persona y edad, durante cuatro días por semana como mínimo como forma de quemar grasas, mantener el cuerpo activo y los músculos tonificados y en plena forma.

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