La gastronomía se está convirtiendo en un nuevo hilo vehicular a la hora de hacer turismo. Muchas son las personas que no solo buscan lugares bonitos para visitar, sino que también deciden darle un toque diferente a sus viajes y conocer los platos típicos o las bodegas de la zona. Uno de los mejores lugares de España para hacer este tipo de turismo es Alicante. Muchas son las bondades de la dieta mediterránea y qué mejor que probarla en los restaurantes de Moraira, Denia, o del propio Alicante. Se trata de territorios donde podemos combinar perfectamente la buena comida con un paisaje extraordinario y un clima de lo más suave durante cualquier época del año.
Los beneficios de la dieta mediterránea sobre la salud y su papel en la prevención de muchas enfermedades crónicas son en la actualidad una evidencia científica. Dicha dieta incluye todos los grupos de alimentos, variando solo la cantidad o proporción que tomemos de cada uno de ellos, así como la frecuencia en su consumo. La dieta mediterránea se basa principalmente en los alimentos de origen vegetal, que dan al cuerpo nutrientes clave y otras sustancias protectoras que contribuyen al bienestar general y a conseguir una dieta equilibrada. En las comidas tienen que estar presentes los cereales, en forma de pan, pasta o arroz, entre otros. También las verduras han de estar presentes, así como una o dos raciones de fruta por comida, por ejemplo, a modo de postre. Los productos lácteos como el yogur o el queso tienen que figurar en la dieta, así como el aceite de oliva, que ha de ser la principal fuente de grasa. Otra fuente sana de grasas son las aceitunas y los frutos secos.
Las proteínas hay que extraerlas del pescado, con dos o más raciones, de la carne magra, con otras dos, y de los huevos (entre dos y cuatro). Las legumbres son también proteínas, aunque de origen vegetal. Son muy saludables, al igual que las patatas. Todo esto podemos encontrarlo en cualquier plato que nos sirvan en los restaurantes de Moraira y de las demás localidades alicantinas especializadas en el turismo gastronómico.
La hidratación a través del agua es clave también y ha de estar presente con entre al menos un litro y medio o dos al día. Aunque hay que ser conscientes de que estas necesidades de líquido pueden variar según la edad, la actividad física, etc.
Asimismo, aunque en menor medida, podemos también degustar los muchos pasteles y bollería típicos de la zona.
Los establecimientos de la zona conocen el potencial de la dieta mediterránea y la explotan para beneficio de sus clientes. Son muchos los que además de tener una carta amplia de platos que combinan todos los alimentos de la pirámide alimenticia, tiran también de los productos de temporada para mejorar su oferta e incluso organizan diferentes rutas gastronómicas basadas en diferentes motivos. En cualquier oficina de turismo de la zona, nos darán buena cuenta de las posibilidades que tenemos durante nuestra visita, como por ejemplo acudir a las rutas de tapas o elegir un buen restaurante con vistas al mar.
Otra buena opción es apuntarnos al Alicante Gourmet Walking Tour, un paseo por algunos de los establecimientos más tradicionales de la zona del casco histórico de la ciudad degustando los productos típicos como la horchata, los chocolates, la coca de mollitas, la coca amb tonyina, los aceites, turrones, salazones, embutido de la montaña alicantina o frutas de la huerta, entre otros, pudiendo también charlar con los trabajadores de estos establecimientos para que nos hablen acerca de cómo se prepara aquello que venden.
Esta ruta, que comienza en la oficina de turismo de la Explanada, se celebra los viernes y los sábados a las 11.30 horas y tiene un precio de 16 euros por persona, en el caso de los adultos, y 8 euros para los niños.
Además de la buena comida, Alicante es también tierra de buenos vinos y cuenta con la Denominación de Origen de Alicante. Durante nuestro recorrido por esta provincia podemos degustar sus múltiples caldos pero también disfrutar de las bodegas, de sus diferentes filosofías para hacer el vino, el estilo arquitectónico de las instalaciones, las amplias extensiones de viñedos y demás tesoros. La Ruta del Vino de Alicante es una buena opción o propuesta enoturística alternativa y diferenciadora en la provincia. Las bodegas que forman parte de asociación pretenden impulsar turísticamente las comarcas del interior alicantino con gran tradición vitivinícola, así como promocionar el turismo de interior y el conjunto de monumentos y recursos turísticos que atesoran estos municipios que cuentan, además, con una gastronomía típica que ofrece platos y productos autóctonos propios.
La ruta une las comarcas de Vinalopó (Algueña, Monóvar, Novelda, Petrer, Pinoso, Salinas, Villena y Elche) al sur y la Marina Alta y Baja (Alcalalí, Benissa, Senija, Llíber, Benigembla, Parcent, Castell de Castells, Murla, Parcent y Xaló. Y Alfàs del Pi) al norte, ambas diferenciadas pero unidas por la vid.
La vid alicantina se caracteriza por la combinación de suelos muy especiales, climas templados y humedades relativas que hacen de Alicante un lugar propicio para el desarrollo del viñedo. El moscatel de Alejandría, el Monastrell y Alicante Bouschet son las variedades más famosas de las que se dan en esta tierra.
Pero existen muchas más, ya que Alicante es una zona de diversidad y contrastes entre su naturaleza. Hay tantos que cada consumidor puede encontrar el vino que más se adapte a sus gustos. También existen las variedades blancas de Merseguera, Verdil, Planta fina de Pedralba, Macabeo, Airén, Chardonnay y Sauvignon Blanc, y las tintas de Bobal, Garnacha tinta (gironet), Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot Noir, Syrah y Petit Verdot.