La cirugía estética, en las mejores manos

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Vivimos y nos desarrollamos en la sociedad de la imagen. A todos los niveles, es nuestro aspecto el que nos determina y nos hace, en muchas ocasiones, tener una opinión favorable o desfavorable según lo que se espere de nosotros. Y en cierto modo, la sociedad es la que nos empuja hacia esto desde el minuto uno en adelante. Los dictados de la moda, la televisión o la prensa nos afectan en la configuración personal mucho más de lo que pensamos. No es casualidad, a este respecto, que el número de operaciones de cirugía estética se haya mantenido estable, e incluso con picos de subida, en los últimos años en nuestras fronteras. Las manos del cirujano Marco Vricella no han dejado de recibir pacientes con deseos de cambiar su físico y lucir de otra forma en sus apariciones, ya fuesen de la primera línea del show business o no. Es el resultado de este aumento del número de intervenciones. Al fin y al cabo, a todos nos gusta lucir de forma inigualable, ¿verdad? Y más en una sociedad movida en gran parte de sus vértices por la apariencia, la imagen y sus derivados.

No sólo los sectores que más nos imaginamos (moda, famoseo, televisión, cine, etc.) están sujetos al imperio de la imagen. Las recientes polvaredas que se han levantado en torno al Congreso de los Diputados debido a la nueva toma de posesión de los nuevos congresistas revelan que la superficialidad de la imagen sigue siendo la dominante de las relaciones sociales. Que un diputado tenga que “justificar” o explicar el porqué de su peinado, ante la polémica suscitada por su apariencia, no indica otra cosa que eso: en España seguimos valorando más la imagen que las aptitudes. Por duro que suene.

No obstante, no es nada nuevo que en España ocurra algo así. Ni que se tome a los personajes de la televisión como modelos de conducta y comportamiento. En este sentido, puestos a someterse a cirugía estética y operaciones de cambios de apariencia, lo mejor es no dejarse llevar por tratamientos más económicos que pueden resultar altamente perjudiciales. Si optamos por la cirugía, lo mejor es dejarse caer por una clínica especializada y consultar con expertos en la materia. Nadie como ellos sabe cómo aconsejar a cada cliente, qué tratamiento conviene o si a una persona le tiene que negar algún tipo de operación por determinadas limitaciones sanitarias, anatómicas o de cualquier tipo. Con la salud no se juega (o no se debería de jugar).

Las posibilidades a la hora de someterse a una cirugía estética son incontables. Desde las clásicas cirugías mamarias, aumentos o reducciones de pecho, hasta tratamientos Cyclone para combatir la celulitis, pasando por todo tipo de intervenciones de cara a fortalecer los músculos y rejuvenecer según qué zonas del cuerpo. Hace unos años, las posibilidades eran mucho más escuetas, pero la creciente actividad y la especialización de los médicos ante el gran número de solicitudes y el aumento de trabajo, han llevado a que el abanico de posibilidades se amplíe mucho más de lo que nunca hubiésemos imaginado. No obstante, el bótox sigue siendo uno de los más utilizados por los clientes y clientas, quizás acostumbrados más a su presencia que con otros tratamientos. Sin embargo, los tratamientos de radiofrecuencia, hilos tensores o la más desconocida mesoterapia, basada en inyecciones controladas de medicamentos, vitaminas y otras sustancias estimulantes, ganan adeptos dentro de nuestras fronteras gracias al trabajo de cirujanos especializados en la materia.

Lo más importante a la hora de plantearse el sometimiento a una de estas terapias o cirugías es saber  y reconocer quién es el médico más cualificado para llevar a cabo las intervenciones. No dejar nuestro cuerpo (y nuestra vida) en manos de cualquiera. Y, si hace falta, desplazarse, sin importar el coste. Es mucho más barato someterse a un tratamiento de varices en Albacete, en manos expertas y de confianza, que quedarnos en Madrid porque alguien nos lo ofrece más barato en una clínica low cost sin ningún tipo de garantías. A la larga, el resultado puede salir infinitamente más caro e incluso tener consecuencias fatales. Y, como hemos dicho antes, y cualquiera que lea estará de acuerdo: con la salud no se juega.

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