En Córdoba, una decena de empresas han organizado una liguilla de futbol 7 con la única pretensión de hacer piña entre los compañeros y pasar un buen rato. Una forma de fomentar la unidad subjetiva entre los trabajadores más allá del contacto en la oficina o en el taller durante la jornada laboral. Es innegable el poder de confraternización que tiene el deporte.
El 25 de diciembre de 1914 se celebró un partido de futbol, en pleno campo de batalla, que paralizó la primera guerra mundial. Fue la conocida “tregua de navidad”, como nos recuerda el rotativo «El Tiempo». Se llevaban más de seis meses de contienda. Los soldados estaban agotados de cavar trincheras y de enfrentarse a tiros unos contra otros a campo abierto. En los terrenos pertenecientes al municipio de Ypres, en Bélgica, los soldados alemanes decoraron su trinchera con adornos navideños. Fue una iniciativa de la tropa con la que sus superiores no estaban de acuerdo, pero terminaron aceptando. La noche de Nochebuena de aquel año, los soldados alemanes comenzaron a entonar villancicos a coro. Para su sorpresa, los soldados británicos contra los que se enfrentaban a diario, resguardados en una trinchera a pocos kilómetros frente a ellos, les respondieron cantando canciones navideñas en inglés.
Algunos soldados, ondeando una bandera blanca, cruzaron el campo de batalla para adentrarse en las líneas enemigas y felicitar la Navidad a los soldados del otro bando. Una vez allí, descubrieron que eran hombres como ellos. Jóvenes de origen trabajador que se estaban jugando la vida lejos de sus familias. Estaban a kilómetros de su hogar en fechas tan señaladas, y sin tener la certeza de que volverían a ver a los suyos. Los visitantes fueron bien acogidos y se produjo entre ellos un intercambio de comida y cigarrillos. El ambiente era tan amigable, que al regresar los emisarios a su puesto de batalla, animaban a sus compañeros a que visitaran ellos mismos a sus vecinos. La noche fue un trasiego de ir y venir de soldados alemanes y británicos de su trinchera a la trinchera de enfrente. Una fiesta entrañable en la que se intercambiaban direcciones y surgían iniciativas de hermandad.
La más curiosa de ellas fue celebrar un partido de futbol entre los soldados de los dos bandos al día siguiente, el día de Navidad. Se acondicionó una cancha cerca de donde solían transitar los proyectiles. Cada ejército seleccionó su alineación. Soldados alemanes y británicos se enfrentaban entre ellos. Esta vez con un balón entre los pies, entre sonrisas y algarabía. Los soldados que no participaron, animaron a sus compañeros viendo el partido de pié. Por las cartas que los presentes enviaron a sus familias se sabe que Alemania venció a Inglaterra por 3 goles a 2. El resultado era lo de menos.
Cuando los altos mandos de las potencias enfrentadas conocieron la noticia, tomaron medidas para que este episodio no se volviera a producir durante los años que duró la guerra. La primera de las órdenes fue sustituir por otros los destacamentos que estaban situados en aquel enclave.
La liguilla cordobesa.
Comenta Rafa Raso al periódico «Andalucía Buenas Noticias» que cuando trabajaba en Madrid como empleado de banca participaba en una liga de futbol 7 bastante bien organizada. Cada sábado, trabajadores de distintas empresas competían entre ellos en un ambiente amigable. Quedaban una tarde entre semana para entrenarse. Rafa solicitó a su empresa el traslado a Córdoba, su ciudad de origen. Una vez allí, echaba de menos los buenos momentos que pasaba con sus compañeros jugando al futbol y se le ocurrió impulsar una liguilla de ese tipo en la ciudad andaluza. De una manera modesta, con los medios de los que disponía.
Con la ayuda de su hermano y de dos compañeros de trabajo empezaron a mover la idea. Se pusieron en contacto con otras empresas de la ciudad enviando e-mails y creando un perfil en Instagram. Se dirigieron a todo tipo de empresas y siete de ellas respaldaron la propuesta. Entre las empresas fundadoras había desde una panadería hasta una fábrica de robótica. Gracias a la intermediación de uno de los futbolistas participantes se consiguió que los primeros partidos se celebraran en las instalaciones de un colegio público. El centro educativo no puso ningún inconveniente, ya que la competición se celebraba los fines de semana.
Al principio, los propios participantes costeaban de su bolsillo el equipamiento deportivo. No era una iniciativa oficial, había surgido de los trabajadores. Con el tiempo la propuesta fue ganando simpatía en la ciudad. Ya van por la segunda edición. Se han inscrito más empresas y han tenido que dividirse en dos subgrupos para hacer más dinámica la competición. Los mejores de la liguilla de cada subgrupo se enfrentan en un partido eliminatorio para determinar el ganador del torneo.
Entre las inscripciones más recientes está el equipo de la Asociación Cordobesa de Periodistas Deportivos, Aira Sport, cuya capitana es una mujer, y FEMAPIC (la Federación Provincial de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Córdoba). Los organizadores apuestan por equipos mixtos, de hombres y mujeres, y por no aplicar criterios excluyentes. Para ellos el deporte debe ser un elemento de integración para todos los sectores de la población.
Beneficios de un evento de este tipo.
Estas iniciativas son un medio para que los trabajadores se conozcan mejor entre ellos, en un ambiente diferente al habitual y practicando una actividad que les gusta. Un elemento motivador que ayuda a crear un buen ambiente de trabajo.
Para la empresa fomenta la cohesión de la plantilla, su unidad subjetiva. Mejora la imagen interna, y si la competición va adquiriendo relevancia, también la externa. Contribuye a difundir valores de la empresa, como el trabajo en equipo, el esfuerzo, la superación, el compromiso, etc. Y lo hace de una forma práctica. El deporte en equipo es un ámbito en el que se desarrollan habilidades de dirección: la organización, el liderazgo, la toma de decisiones, etc. Como nos comenta Sport & Balance, una empresa especializada en la organización campeonatos deportivos, se pueden celebrar torneos prácticamente de cualquier disciplina deportiva, tanto a nivel interno como entre empresas.
El abanico de posibilidades es bastante amplio. Se pueden hacer liguillas entre distintos departamentos de una empresa (producción, ventas, gestión, etc.), entre diferentes centros de trabajo (oficinas, talleres, almacén) o entre sedes de la empresa en diferentes ciudades. También se pueden celebrar torneos entre empresas de un mismo sector, en el que la rivalidad se traspasa al nivel deportivo, o como hicieron en Córdoba, a nivel local o provincial.
La responsabilidad de organizarlo.
Está claro que la idea de crear una competición deportiva puede ser algo ilusionante, pero hace falta tiempo y ciertas dotes organizativas para llevarla a cabo, y para dirigirla. Aunque la propuesta sea muy sugerente, hay momentos en que las cosas no salen rodadas o se acumula tal cantidad de tareas que es complicado que unos trabajadores las puedan atender durante su tiempo libre. Para organizar una liguilla es recomendable delegar o, como mínimo, apoyarse en personas que tengan experiencia en crear y dirigir eventos similares.
Para convertir una propuesta en una realidad lo primero que hace falta es personas que la apoyen. Conseguir inscritos. Hay que difundir la idea, que la gente la conozca y que se pueda apuntar. La difusión debe ser lo más amplia posible, pues aunque haya quien simpatice con la idea, muchos no se inscribirán en un principio esperando a ver si se hace realidad y como se desarrolla. Es algo natural en la organización de cualquier actividad. Con la gente que se inscribe hay que reunirse y formar equipos. Serán los futuros equipos de futbol.
Los equipos deben contar con un material y un sistema de funcionamiento propio. Deben tener un equipamiento deportivo, un día de reunión y entrenamiento, y unas instalaciones. Por lo general, una vez formados se suelen organizar ellos bastante bien, pero no está de más echarles una mano al principio.
El torneo en sí requiere de una planificación y una dirección específica. Hay que determinar donde se jugarán los partidos, el calendario de los encuentros, las reglas internas de la competición, la ceremonia de entrega de premios. Y estar encima durante todo el proceso para asegurarse de que todo sale según lo planificado.
Hace falta una difusión de la competición. Que otra gente conozca cómo se ve desarrollando. El resultado de los partidos, donde se celebran. De manera que cada vez sea más popular, y que cumpla esa función de fomentar la imagen de la empresa. Para eso son muy útiles las redes sociales y la comunicación por e-mail. Gestionar esta faceta requiere dedicación.
A medida que la competición se vaya desarrollando se hará más popular y más gente querrá participar, su gestión se volverá más complicada. A no ser que la organización haya sido un desastre.
Crear liguillas de futbol dentro de las empresas o entre empresas es un medio interesante para reforzar la unidad de los trabajadores, y propiciar un ambiente de trabajo más agradable. Una opción que vale la pena explorar.