La tecnología a abarcado el sector de la salud hasta un punto en el que no sabemos si se está copando el mercado con dispositivos que aportan o no valor. Bueno, en realidad si que lo sabemos, porque simplemente hay que ver la cantidad de dispositivos que salen a la venta, y que tras años en el mercado siguen triunfando.
Uno de esos pocos wearables que ha triunfado ha sido el Apple Watch, un dispositivo que sin duda aporta una gran cantidad de datos a nuestra vida, dentro del ecosistema de Apple que tanto engancha a la gente. También hay otras alternativas, como las pulseras con escáner de pulsaciones de Xiaomi, que son todo un éxito de ventas.
Este tipo de dispositivos buscan crear una mentalidad de que todo lo que hagas en tu día a día será monotorizado, y mediante las aplicaciones podrás ver tus progresos en base a unos objetivos marcados por ti mismo. Esto al principio motiva mucho, pero a no ser que haya un gran ecosistema, pierde el sentido rápidamente.
Hablando del ecosistema, con esto nos referimos a diferentes sensores biométricos que midan los diferentes datos que pueda desprender nuestro cuerpo. Ya hemos hablado de pulsaciones, pasos y sueño, pero también hay otros datos como el peso y nuestra nutrición, que no están siendo controlados.
Y aquí es dónde entra en juego el último invento de un grupo de científicos, que buscan saber qué es lo que comemos e incluso cuánto alcohol bebemos. La nutrición, forma parte junto con la salud, de uno de los campos en los que más se va a avanzar en la próxima década, ya que sin duda nos queda muchas lecciones por difundir.
Pero hasta qué punto necesitamos saber lo que comemos, o mejor dicho, quien necesita saber esta información. Pues a simple vista podríamos pensar que nuestro nutricionista en el caso de que sigamos una dieta. Pero también pueden piratearse los dispositivos y acceder a los datos personas no deseadas, que puedan poner en riesgo la seguridad de otro tipo de dispositivos.
Estamos viviendo todo el revuelo de Cambridge Analytics con los datos de Facebook robados, que han sido utilizados para crear artículos falsos con el fin de influir en las elecciones electorales de diferentes países. ¿Qué pasaría si pasara lo mismo con nuestros datos biométricos? Esta es una pregunta abierta que invita a reflexionar.
De cualquier forma, hoy venimos a hablar sobre un nuevo tipo de wearable, sin duda uno de los más raros de los últimos tiempos, que está al nivel de la pastilla electrónica que monitoriza nuestra saludo. Vamos a ver un nuevo dispositivo que se pega directamente a los dientes.
¿Los wearables dentales tienen futuro?
Se trata de un pequeño sensor de apenas dos milímetros cuadrados que se instalaría en uno de nuestros dientes, lo que nos permitiría rastrear la ingesta de glucosa, sal y alcohol en tiempo real y desde nuestro smartphone.
Según sus responsables, el diminuto sensor cuenta con una capa que se adhiere a la superficie irregular de cualquier diente, tiene una durabilidad aproximada de un mes y se basa en tecnología RFID. Se compone de tres capas, que son dos placas de oro en forma cuadrada en las orillas, mientras que en medio lleva una capa de material bioensitivo.
Este material bioensitivo sería el responsable de absorber parte de los productos químicos de nuestros alimentos o bebidas. Por el momento está limitado a glucosa, sal y alcohol, pero en el futuro esperan ampliar la gama de sustancias y usarlo en otras zonas más allá de los dientes.
Cuando el sensor se expone a una señal de radiofrecuencia, ya sea desde nuestro móvil u otro dispositivo creado para esta tarea, el sensor trasmite de vuelta la información que ha recogido, donde se incluirían las cantidades de las sustancias químicas que han sido absorbidas por la capa bioactiva.
Fiorenzo Omenetto, responsable del proyecto, asegura que el sensor se puede modificar para que sólo recoja datos de una o dos sustancias, aquí dependerá de las necesidades del usuario y de lo que busca dar seguimiento. El sensor está aún en etapa de pruebas, pero esperan que más adelante en este año puedan ampliar la gama de sustancias para que en 2019 tengan un producto concreto que pueda ser regulado por las autoridades correspondientes.
En cualquier caso, tendremos que seguir acudiendo al dentista para hacernos revisiones dentales. Una clínica que destaca es Mesiodens, establecida en León por el Dr. Milton Caravaca hace más de 25 años, ofrece servicios de odontología integral, contando en la actualidad con un grupo de odontólogos especialistas dedicados a las diferentes disciplinas, trabajando en equipo, en la misma clínica.