¿Somos consumidores y cultivadores de marihuana?

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Desde principios del siglo XX, la marihuana o cannabis estuvo prohibida en todo el mundo, pero durante las últimas décadas se ha debatido mucho sobre su regulación legal. En muchos países del mundo está ya permitida y en otros lugares, aunque es ilegal, está despenalizada. El único país de la Unión Europea en el que está legalizada la venta de marihuana es Holanda, si bien solo puede hacerse en determinados locales con licencia (coffee shops).

En España no es delito consumir marihuana en lugares privados y su cultivo está permitido para autoconsumo, pero está prohibido cuando se hace con la finalidad de traficar. Existen asociaciones de consumidores para la producción y distribución de cannabis y sus derivados, denominados clubes sociales de cannabis, donde los socios pueden acceder a la marihuana de manera legal. Sin embargo, el acceso a estos clubes es muy restringido, ya que solo se admite a consumidores habituales mayores de edad y recomendados por un socio. En cualquier caso constituyen una alternativa a la comercialización libre de esta droga en el mercado. Se han creado numerosos clubes de este tipo por toda España, principalmente en Cataluña y el País Vasco. No obstante, a finales de 2013 el gobierno español presentó el proyecto de Ley para la Protección de la Seguridad Ciudadana, en el que se contempla endurecer la legislación, particularmente sobre el consumo en la vía pública.

 Cultivo exterior

La marihuana crece y puede cultivarse prácticamente en todo el mundo, excepto en los polos, pero siempre bajo unas determinadas condiciones climáticas y de luz. La latitud determina las horas de luz solar y oscuridad que recibe un lugar del planeta y la zona climática en la que se sitúa. Eso significa que la latitud establece las épocas en las que se puede cultivar la marihuana. Las condiciones ideales para cultivar esta planta son unas temperaturas suaves durante la fase de floración.

En general, en el Hemisferio Norte, el cultivo de la marihuana puede iniciarse en marzo y  abril, meses en los que las condiciones de luz  comienzan a ser más favorables y el clima se hace más templado para realizar la recolección en noviembre. En la península Ibérica, el cannabis puede sembrarse desde marzo hasta junio. El clima templado permite cultivar casi todas las variedades de esta planta. Los meses ideales para siembra de marihuana en terrazas son abril y mayo. En cualquier caso, el ciclo de esta planta acaba en el otoño, por lo que se han de cultivar variedades que se puedan cosechar antes de que llegue el frío.

El cannabis se puede plantar en una maceta o directamente en el suelo, y necesita bastante agua, pero sin que la tierra esté permanentemente empapada. Las plantas aptas para el consumo son las femeninas, más achaparradas y redondeadas que las masculinas y también con más hojas. Las femeninas se desarrollan mejor en plantaciones menos densas. Cuando se cultiva en maceta con tierra rica en nutrientes, apenas hace falta abonar la planta. En el campo puede rotarse con otros cultivos, como las judías u otras leguminosas, que regeneran el terreno. Las plantas de cannabis que se cultivan en exterior son mucho más grandes porque las raíces pueden extenderse más por toda la tierra.

Cultivo interior

En este tipo de cultivo se proporcionan de forma artificial los elementos imprescindibles para el desarrollo del cannabis, es decir, el agua, los nutrientes, el aire y la luz. La ventaja de este sistema es que permite controlar el entorno en el que se desarrolla la planta para conseguir mejores cosechas en menos tiempo. La desventaja es que se necesita gastar más energía para ello.

El factor más importante a controlar es la luz, ya que su calidad, intensidad y duración determinarán un crecimiento adecuado de la planta. En este caso, habrá que imitar la luz de las estaciones climatológicas con una iluminación artificial. Inicialmente se utilizaron fluorescentes. Actualmente se recurre a lámparas de vapor de sodio (HPS) y de haluros metálicos (MH). La intensidad y la duración de la exposición a la luz será diferente en las fases de crecimiento y floración. Para el crecimiento vegetativo se recomiendan plantas del tipo MH, que proporcionan una luz blanca. Para la floración, son ideales las del tipo HPS, generalmente de color anaranjado. Controlando la luz es posible conseguir varias cosechas al año.

El agua para regar las plantas debe tener un Ph (acidez) entre 5.8 y 6.2, y una Ec (electroconductividad) entre 0.8 y 1.5 para asimilar determinados nutrientes controlados necesarios para su desarrollo, por lo que se recomienda utilizar agua osmotizada (sin sales), con una Ec de 0.0 y un Ph de 6.0.

El cannabis necesita para desarrollarse principalmente fósforo, potasio y nitrógenos. Los nutrientes más adecuados para cada tipo de cultivo se pueden adquirir en las tiendas especializadas.

El cultivo de la marihuana en interior requiere un sistema de ventilación y extracción que proporcione el aire adecuado para su desarrollo. La planta necesita disponer de suficiente dióxido de carbono para realizar la fotosíntesis, de ahí que en algunos casos se utilicen generadores de CO2 para que el aire tenga más concentración de esta sustancia. El sistema de ventilación y extracción permite también evacuar el oxígeno producido por la planta y distribuir de manera homogénea el aire por el interior.

Los cultivos de marihuana en interior más generalizados se hacen en tierra, pero también existen cultivos hidropónicos, en los que las raíces se encuentran en contacto directo con una mezcla de dos líquidos y agua, y cultivos aeropónicos, en los que esta misma mezcla de líquidos se difumina directamente sobre las raíces.

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